sábado, 9 de octubre de 2010

Remordimiento


Esa sensción que te carcome los huesos, que te pesa en la espalda, que te oprime el pecho y te vuelve paranoico. Ese sentimiento de culpa, de soledad, de miedo constante, esa voz que te repite una y otra vez que está mal, que te recuerda que te has convertido en un ser oscuro, que ocultas sombras. Eso que te produce un poco de asco, de sensibilidad absurda, de rabia, quizás. De eso careces. Eres pobre de remordimiento, pobre de conciencia, de consideración y respeto. Te sobran las excusas, te sobra el desinterés, te sobra el sentirte seguro detrás de una mentira, te sobra el miedo a no decir la verdad. Claro que, miedo a qué? a perder algo que no quieres tener? Ilógico. Confías tanto en lo que dices, siempre tan seguro de que no te descubrirán la mentira, es impresionante como sigues el hilo de las falsedades en las que te enredas, como crees en tu inocencia, como no hay rastros de culpabilidad alguna en tus palabras. Pero me he vuelto una incrédula, ya no es lo mismo. Ya hoy, bastan y sobran razones para no creerte. El problema está en que creas que no se nada, en que todo sigue igual y que puedes seguir mintiendo a discreción, en que las cosas no cambian. No te engañes, que ya no me engañas. Si eres honesto contigo mismo, lo eres con los demás. 

La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un efecto relativamente vano. 
Friedrich Nietzsche. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario